lunes, 13 de diciembre de 2010

Último Taller 2010: comentarios e imágenes del año

El sábado 11 hicimos el cierre del Taller. La idea era mostrar las discusiones que cada subgrupo se había ido dando en este tiempo. Recuperando un poco…

Estuvimos analizando los problemas habitacionales más evidentes en Santa Rosa de Lima -o más bien introduciéndonos en los mismos-. Decidimos dividirnos en tres grupos a partir de tres problemas básicos: el crecimiento urbano o la definición del borde; la necesidad de vivienda nueva; la necesidad de mejoramiento habitacional.

Más allá de los esbozos o propuestas de cada uno, lo que más me interesó fueron las preguntas que movilizaron a cada uno, o el camino inverso: las preguntas a las que llegaron luego de movilizarse con el tema.

Algunas eran más bien nodales: cómo generar acciones participativas y a partir de que herramientas; cómo pensar estrategias propositivas sin saber qué “quieren” los habitantes del barrio y superando esas cosas que presuponemos, pero que sospechamos equivocadas como muy bien nos anticipa Meli. Como lograr ese “plano de equidad” que cualquier actividad participativa requiere por propia definición…. Ese “cómo se hace?” que reclamaba Belén hace unos días.

Otras preguntas reclamaban pensar con integralidad el problema (y por ende, sus posibles soluciones) y así Sabri (fuertemente acompañada por Ivana y Néstor?) saltaba los límites del barrio e incorporaban la mirada de un contexto urbano y social más amplio: articulando, conectando y no fragmentando.

Las otras, fueron preguntas específicas, algunas muy antiguas para la disciplina (pero no por ello resueltas): la respuesta pasa por generar viviendas individuales o colectivas?, con qué densidad?, con qué tecnologías?, con qué recursos?, para qué familias?… y en ese caso, cómo sería la definición de familia tipo en el aquí y ahora de Santa Rosa? Y por tanto, podemos hablar de familia tipo? y en ese caso, de “vivienda tipo”? Y las preguntas se seguían acumulando en las voces de Mahiu, de Lisandro, de Choco, de Mai, de Paulo, o de cada uno de los y las integrantes de los equipos: superpuestas, contradictorias, poniendo el acento en intereses diversos, o intentando esbozar explicaciones varias para las palabras del otro.

Algunas intentaban recuperar las palabras quienes habitan el barrio y nos ayudaron a verlo: los planteos de Rubén y de María, o las de Silvia que nos relataba su realidad en una vivienda casi al lado del bañado, o el relato de la señora que encontramos de camino y nos recordó que la inundación seguía ahí, como un recuerdo más que presente en la vida de todos. El riesgo, la vulnerabilidad, su definición y su abordaje también estuvieron dando vueltas en las distintas aproximaciones de los grupos.

Otras preguntas derivaban en contundentes afirmaciones. Sabrina ensayó toda una declaración cuando le recordó a Paulo que la vivienda social no tiene por qué ser una “vivienda barata”. Volvemos sobre eso al hablar de las cooperativas uruguayas que vimos junto compañeros de toda Latinoamérica en el último ULACAV. A todos nos maravillaron. A algunos por su definición tipológica o material, y a la mayoría, por la evidente capacidad de gestión y continuidad del modelo cooperativo. También quedamos impactados (y creo que hablo por todos) con nuestras propias “buenas prácticas”: las de hace sesenta años en Ciudad Evita que relevamos en noviembre, o de hace poco más de diez en Villa Palito, o de las poquitas concretadas en el marco de la ley 341 y el (desmantelado?) IVC de la CABA: las experiencias del MOI y el MTL. A esto agrego la experiencia con la Comisión Nacional de Tierras para el Hábitat Social Padre Mugica y sus modos de hacer, gestionar, estar y entender…

Pero más allá del acento o la intencionalidad puesta en cada pregunta de nuestros grupitos, en cada una de ellas, cada quien estaba intentando definir su propio rol en este esquema. Definición que apunta a poner sobre la mesa cuáles son los “saberes que debemos saber”, cuáles aquellos que tenemos que multiplicar, cuáles son los esfuerzos que tenemos que redoblar…

Esas creo que eran las preguntas subyacentes en cada equipo y en cada presentación. Esas son las preguntas que tienen que ver con el hecho de reconocernos partícipes de la posibilidad de pensar alternativas viables, factibles, apropiadas, pero sobre todo “deseables” para el abordaje de las problemáticas habitacionales. Partícipes como equipos técnicos que entienden que la búsqueda de las respuestas a esas preguntas (o las nuevas preguntas que surjan) no serán sino en el contexto de un concierto de trabajo con otros, pero sobre todo, con quienes son los protagonistas de la cuestión: los que habitan Santa Rosa.

En fin, infinitas preguntas que -cualquiera de ellas- resultan mil veces más profundas y pertinentes que las cosas vistas y escuchadas por ahí en estos días, esas que distan mucho de entender el real sentido e importancia del derecho a la vivienda y la ciudad (para tod@s). 


Nota: en próximas entradas irán los videos de Pablo.

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